Famositis.


¿Donde están los que se escondían para la foto?, ¿donde, la ilusión del revelado?. Desapareció, como todo lo que desapareció en los jóvenes y ahora que lo soy echo de menos. Se esfumó esa esperanza de compartir vocación y ganas, de no caer en ilusionismo cuando jugase a la ambición de ser conocido por tu trabajo, y no por tus delitos.

Aprovechar los medios ya no es una herramienta de desarrollo, sino encontrar un nuevo formato que desgraciar, y todo por una sola razón: la autopromoción a cualquier precio.

Ahora, atribuir la imagen de una persona a una noticia no conlleva un juicio personal sobre la acción, sino una simple exposición y una captura facial de ser protagonista de algo, y convertirse en un icono a elogio o crítica; tratados como éxito por igual.

Y los mas vulnerables son muchos de estos jóvenes, a los que se les ha echo ver, que el éxito personal reside en lo que cada formato aplica como audiencia. Estos legionarios de la fama encontraron en internet el soporte perfecto para que otras personas les conociesen, y como lo hicieron sus mayores, descuidaron el contenido y se aferraron al "que hablen de mí aunque sea para bien". Ahora cuelgan videos en internet pegando a indigentes, ancianos o minusválidos; haciendo carreras ilegales y maltratando a sus compañeros de clase grabando sus palizas. Solo para ser objetos de visita, y esperar que su ego aumente con el contador.

En este aspecto, aunque me niegue a confesarlo, me rindo. Entender que la era digital promociona al subnormal ha sido tan difícil como sentirse raro hablando del futuro.

NOTA MENTAL: Hoy por hoy solo una cosa es capaz de juntar en una mesa a un pijo heredero, un punky metalero y un desfasado discotequero: una bolsita de marihuana con el mensaje "Carpe diem".