La bien pagá.


Agáchese para saludarla, señor agricultor, como marca el protocolo. Inclínese como lo hacían las abuelas de la homenajeada intentando alcanzar esa bragueta que añadiese patrimonio en herencia.

Me avergüenzo de los pobres, que trabajan desde el alba y para la Alba; el ser que más temo en mi pasillo de madrugada.

Cayetana mantiene sus valores, que no sus pechos, en alza incluso en crisis. Esa, que pudo hacer lienzos para Velásquez y panderetas al resto de la corte con las pieles sobrantes de sus frustradas operaciones estéticas, prefiere mantenerse tan pasiva hacia su país como una bonita yegua a las cargas de su purasangre. La diferencia es que en este caso la yegua no es bonita ni alfabeta, solo noble por derecho añadido y consentido por las subvenciones de nuestra querida Comunidad Europea.
Este señora, perdón de antemano a quien así se considere, recibe anualmente 1,8 millones de Euros provenientes de los fondos agrícolas Europeos, exenciones fiscales varias por ser propietaria de 34.000 hectáreas heredadas de tierra, y cumplidos del resto de esas personas y gobiernos que intentan educar a sus hijos en el valor del sacrificio y el trabajo.

Me avergüenzo de los pobres, que trabajan desde el alba y para la Alba; porque es más barato avergonzarse de un pobre que admirar a un rico.


NOTA MENTAL: No se escoge donde se nace, pero si ser un mal nacido.