Askatasun 29: Acosada.

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Ya hace tiempo hablé de un ser, y no cambié de parecer.
Señor Cuesta es conocido, jubilado aún sin deber.
En ascensor baja acechante con su mujer y su carpeta,
y aunque no bese por delante si su puñal detrás no aprieta,
solo es usted contable, señora Panceta.
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De la comunidad se creyó dueña, y aunque el bolsillo nunca enseña,
acusar es su afición. Envidiando la nobleza de la que anoche se encaró.
Encargada de la limpieza y la que al presente parió.
Quince años con el cargó, ninguna reclamación,
ahora no gusta a la becaria y pretende su dimisión.
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Los vecinos no la apoyan por saber la condición,
de ella, gorda insatisfecha y él enfermo, loco y cabrón.
Esperó a que la señora empezase su labor,
que tomase hasta la escoba y a su marido encomendó:
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-Hasta en la sopa vas a verme, yo te voy a controlar,
que friegues lo que te toca y no pares ni para hablar.
¿Algo esconde el señor Cuesta, en el bolsillo del pantalón?
Señor Cuesta no es más que un triste y pobre viejo acosador.
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Nota Mental: Perdón, porque la poesía nunca se dedicó a hijos de puta.

Veintiun otoños.


Como buen libra, en cada balance aprendo que pasó. En este caso encaminé mi futuro título de Ingeniero, conocí aficiones y amistades y comprobé para bien y para mal el "cuando menos te lo esperas". Ahora me toca lo que siempre quise: una edad de libertad y responsabilidad, que espero usarla para evitar un futuro "si yo tuviese 21". Quizás me tome este día de reflexión.

La vida de una uva.

Todo es una cadena. Eran Maritxus, la fiesta de la universidad en la que todos salen vestidos de traje que acaban llenando de vino; justo la causa por la que no pude ir. Lo que aquel día iba a ser mi aliado, se convertiría en mi pesadilla: tocaba vendimia en el pueblo.
Como en la isla de las flores; las uvas que el señor santamaria recogiese en la cepa, serían convertidas en vino, que sería cambiado por dinero a un supermercado, y que acabarían comprando mis amigos en cualquier puesto y mezclándolo con cocacola, para después rociarlo inconscientemente sobre sus impecables trajes entre risas y cantos.

Nota mental: El orgullo de tener cosecha propia ahorra gastos al dueño de la viña. No me gusta el vino ni trabajar gratis.