Las mujeres de Kieslowski


Puede que se cumpla aquello de que empiece el mito cuando el genio muere, aunque siempre fuese genio. Lo atemporal frente a lo rutinario hace que resulte ahora inspirador, imaginarse a aquellos personajes femeninos de la Europa no globalizada, manejándose por la vida con otro tipo de conductas. Esas mujeres que con tanto tino reflejó Kieslowski en su filmografía, eran capaces de sobrellevar un momento de incertidumbre nacional, pero no renunciaban a enamorárse por la calle, u obsesionarse con amores idílicos que localizaban observando a través de las ventanas de edificios contiguos de la ciudad de Varsovia, otros tiempos.
La perseverancia de aquellas mujeres curadas de espanto y desengaños, a revivir un amor enérgico y pasional en mitad de aquellos inviernos. Mujeres llenas de paradojas; naturales pero misteriosas, cautas pero provocadoras que arriesgaban con telas gaseosas y coloridas que se abrían paso en el clima, y contrastaban más de lo que lo hacían sus pálidas pieles con la nieve posada. Todas ellas, se recreaban en la soledad, y aún así evitaban ser víctima de lo desapercibido. Marcaban las caderas y los pómulos de forma sugerente, pese a debatirse con una amenazante fé cristiana, y un decálogo de mandamientos como pauta irrefutable en la época, con directrices que persisten en la actualidad.

"Lo que me fascina de los mandamientos, es que todos estamos de acuerdo en el hecho de que son justos, pero al mismo tiempo los violamos todos los dias".- Declaraba el director polaco.

Por eso, las enfrentó a ellas (y a nosotros), a cada uno de esos pecados de la humanidad con los silencios de sus personajes; los que las perseguian en la intimidad recordándoles todos esos miedos y frustraciones, pero también sus pasiones, que las arrastraban hacia conductas peligrosas que regian sus vidas, y les creaban profundos debates morales entre el deber y el querer.


NOTA MENTAL: Los debates entre el deber y el querer, no deberían resolverlas las instituciones, sino las intuiciones de uno mismo.

Volver a navegarlo


No es que rechace tierra firme, ni sea tan duro y cortante como las rocas afiladas de un río, ni deseo parecerme a esos salmones que vuelven a contracorriente del mismo para tornar al lugar donde nacieron a asentar sus huevos. No soy inerte y previsible como el musgo que se forma a las orillas dejando pasar el tiempo hasta que una sequía amarilee sus raíces y muera.

Simplemente me gusta navegar este río, acomodarme en esta pequeña balsa que he hecho mía, y notar como el flujo del agua nos va guiando por cada uno de los entresijos que la corriente ha preparado. Notar que aunque el sonido del agua de alrededor quiere hacerse notar acelerada como las alas de los pájaros que aprovechan a beber en su superficie, las plantas de mis pies siguen notando la madera firme, desafiando el agua con un aspecto tan rígido y natural que flota sobre ella. Un espacio desde donde mirar el devenir del río, y disfrutar introduciendo las manos hasta notar esa fluidez, ese intento vago del agua, de pertenecer a un mundo sólido, al encontrarse en corriente con el tacto de los dedos.
Viajar desde aquí arriba, no es lo mismo que caminar por el pedregoso sendero que recorre el río por su orilla. Solo desde aquí, y aunque vuelva a revivirlo, siempre son distintos mis movimientos. Al cerrar los ojos cuando anochece, no imagino cada piedra del camino inmóvil y fiel a su posición habitual como lo hacía cuando disfrutaba del torrente desde esa margen pétrea inquebrantable. Ahora se cierran, y los recuerdos se amontonan en mi mente como nuevas experiencias que hacen que mi cuerpo no se canse al revivirlas, y mantenga esta inquietud por retomar el viaje, por volver a navegarlo.

Por eso miro esta balsa fijamente, a solo un palmo de mi cara, y acaricio sus vetas para percibir y arreglar cualquier pequeño defecto que surja en su superficie y haga hundirme y desaparecer en el río en el que tanto he disfrutado. Mientras la observo, me pregunto qué propiedad de esta madera es la que después de haber sido despojada de su árbol, y de su supervivencia, la hace capaz de hacerme flotar sutil y elegante por la superficie, entregándome tanta vida.

La era pirata

The Fortune Teller - Georges de la Tour, 1630
Metropolitan Museum of art, New York.
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Algunos se pusieron de acuerdo un día en nombrar a cada etapa desde la prehistoria hasta nuestros días según el material que utilizaban en sus útiles. También hoy, ha empezado una era con fuerza, y no me refiero al poder Aquarius: La era pirata.

Casi cualquier acto que realizamos hoy en día tiene su versión pirata, empezando desde el diseño de esos útiles de hoy, hasta el uso de los mismos. Ya no hay competencias entre empresas para obtener el mejor producto mejorando sus propiedades, sino una minoría emprendedora y unos cuantos correcaminos copiando el contenido sin preocuparse siquiera en cambiar la forma. De ahí que cuando vamos a un supermercado a comprar un artículo siempre tenemos la versión referente con marca de un producto y sus hermanos putativos. Es curioso como estas empresas tienen el mismo propósito que las instituciones de abastecer a todas las personas indiferentemente de su "relativo" poder económico. Me refiero a otra piratería legal como son los medicamentos genéricos, que no son más que patentes caducadas de medicinas de laboratorios independientes. ¿Por qué se trata de manera diferente estos dos casos de piratería siendo prácticamente lo mismo?, porque por esa regla de tres, también hay un bando que pierde dinero con la copia de estos productos, en este caso laboratorios creadores. Y aunque por supuesto que la sanidad debe estar al alcance de todos, también la cultura.

Claro que como la encargada de que esta sanidad sea para todos es la seguridad social, y como es un bien común abaratar estos precios se convierte en algo legal. Tampoco hace falta ser una empresa para piratear, siempre puedes meterte en internet y descargar un programa de ordenador que facilitará tu trabajo sin tener que hipotecar un sexto piso sin ascensor, o ir a un mercadillo a comprar la versión pirata-barata de una marca que tu hijo te pide por moda y por integración en el medio.Hasta el ocio tiene versiones piratas como las películas, los cd´s, el botellón...Y es que claro, hasta que el problema de no llegar a fin de mes no se convierta en algo común, no habrá un decreto que legalice la causa de un efecto provocado por los mismos que ahora señalan con el dedo.

NOTA MENTAL: Cuando el pueblo roba, el gobierno encarcela. Cuando el magnate roba, el gobierno financia.

Analfabeta


Se mantiene firme aunque el abatimiento ganó a su fuerza. Sentada en un sillón tan viejo como ella, acaricia delicada uno de los libros que posé sobre la mesa cuando entré a visitarla. Cree que su vida cae como se han ido cayendo los pelos de su cabeza tras el tratamiento, esos que ahora suplanta con un rojizo pañuelo anudado.
Es analfabeta, y solo es capaz de imaginar de qué trata la historia del libro por la ilustración de la portada. Algún día le prometí que le enseñaría a leer para que pudiese interpretar prospectos o subtítulos de películas, pero nunca lo hice.

Ahora es cuando ella necesita volar por las páginas, para olvidar esta mala ruta y aventurarse en otros Viajes Extraordinarios como los de Verne, despegando su cabeza de este sillón conectado impasible a la tierra. Pero no puede. Solo puedo perdonarme leyéndole este libro, contándole este cuento.

NOTA MENTAL: La fé pasa páginas antes de lo que lo hacen los dedos.

* Premio: Finalista del II Concurso de Microrelatos FNAC

Esta incertidumbre


Los abrazos son los actos de afecto más espontáneos, los que el cuerpo necesita para lograr consuelo. Los besos no son más que saludos impersonales que rehuyen del contacto corporal porque solo responden a un protocolo de cordialidad. Mientras me abraza siento el contacto de sus arrugadas manos, siento que estamos unidos. Algo así como una interdependencia que me preocupa por el momento en el que la encuentro y me alegra por lo que este vínculo significa. Porque sé que ella necesita hablar conmigo, tiene la seguridad de que su sinceridad no va a derrumbarme, porque me ve fuerte, e inteligente.

NOTA MENTAL: Es imposible transmitir el sabor del gris, esta incertidumbre, la frustración.

Inspiración


Inspiración, hasta entre dos líneas en blanco,
tendido en algún flanco hasta encontrarte en mi cortejo.
No es cuestión de ser más viejo para intuirte entre la brisa,
siempre has sido un ser tan rápido y fugaz como mi prisa.
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Reconócete funesto si alimentas de silencio.
Sé que soy sin ti tan necio como lo eres tú ermitaño.
Espero no volverme extraño, aunque en tu casa ya no viva,
te has convertido en algo más que para mi voz la saliva.
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Ambulante en ocasiones, entregado cuando inspiras.
Qué difícil si me esquivas, lograr de ti un aliento.
Para mí no te pretendo, ni te asumo si en mi fijas,
Siempre has sido sigiloso y tan discreto que ni avisas.
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Vago ser que en la penumbra continúo buscando,
ahora que estoy trabajando y ya no peco de incesante
Reconozco mi molestia, solo era por preguntarte:
¿Por qué siempre te escondes si te acabo encontrando?
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NOTA MENTAL: Siempre has sido un ser tan caprichoso como quien te pretende.

Sobre el café y mi cabeza.


"Es importante el café, sobre todo para mi cabeza, que siempre es la más liada.
¿Sabíais que nuestro cerebro contiene un universo de diez mil millones de neuronas y mil millones de circuitos?. Sólo ocupa mil quinientos centímetros cúbicos, y ha escondido un océano negro, desconocido. Siempre falta luz.
Pero es un generador de desorden, así que comete muchos errores. Además es una máquina que hace ruido, aunque el ruido mental no se oye ¿no?, como el polvo cósmico, que yo nunca lo he visto. ¿Vosotros?"


Tierra, Julio Medem

NOTA MENTAL: ¿No me gusta el café o es que prefiero mantener mi cabeza liada?.

La bien pagá.


Agáchese para saludarla, señor agricultor, como marca el protocolo. Inclínese como lo hacían las abuelas de la homenajeada intentando alcanzar esa bragueta que añadiese patrimonio en herencia.

Me avergüenzo de los pobres, que trabajan desde el alba y para la Alba; el ser que más temo en mi pasillo de madrugada.

Cayetana mantiene sus valores, que no sus pechos, en alza incluso en crisis. Esa, que pudo hacer lienzos para Velásquez y panderetas al resto de la corte con las pieles sobrantes de sus frustradas operaciones estéticas, prefiere mantenerse tan pasiva hacia su país como una bonita yegua a las cargas de su purasangre. La diferencia es que en este caso la yegua no es bonita ni alfabeta, solo noble por derecho añadido y consentido por las subvenciones de nuestra querida Comunidad Europea.
Este señora, perdón de antemano a quien así se considere, recibe anualmente 1,8 millones de Euros provenientes de los fondos agrícolas Europeos, exenciones fiscales varias por ser propietaria de 34.000 hectáreas heredadas de tierra, y cumplidos del resto de esas personas y gobiernos que intentan educar a sus hijos en el valor del sacrificio y el trabajo.

Me avergüenzo de los pobres, que trabajan desde el alba y para la Alba; porque es más barato avergonzarse de un pobre que admirar a un rico.


NOTA MENTAL: No se escoge donde se nace, pero si ser un mal nacido.

Conocer a Monet


No articula palabra, pero cinco kilómetros más alante detiene su coche frente a un bar con nombre francés. Nada más entrar empiezo a sentirme protagonista de un lienzo de Eduard Hopper, uno de esos en los que poder detener la vista en las paredes, en el que las sombras cobran realidad y la luz emana por los cristales como temerosa de estar encerrada entre cuatro tabiques.
En un tono bajo suenan canciones de un vinilo de Edith Piaf que gira allá en la esquina donde el camarero charla con dos señores de la policía gendarme.
Las paredes de color violeta contrastan con la escayola blanca del techo, y rebosan de copias en lienzo de cuadros de un tal Edgar Degas. El ambiente es algo clásico, pero me siento en un lugar distinguido.
Al fondo y en una pared que mira hacia la entrada del local, cuelga un lienzo enorme, de colores azules sin fuerza y con un pequeño pero visible destello rojo en su parte superior.
Impresión, sol naciente de Claude Monet.—me dice Martín dándose cuenta que lo estaba observando. —Uno de los cuadros más bonitos que he visto en mi vida. Pintado sobre el río Sena... si señor, sobre un bote que pagó con los pocos ahorrillos que reunió tras la muerte de su padre. En París... allá por el mil ochocientos setenta... —asiente ahora con la cabeza como si estuviese en el mismo museo. —Quien le iba a decir a él que sería el creador del impresionismo...

—Bonjour monsieurs, qu'est-ce que vous prenez?
—Je voudrais deux cafés au lait, s'il vous plait.

—¿Por qué sabes francés?
—Ocupa esa mesa, que ya se ha librado.

Enfrentarlo y afrontarlo.

Silba, y hasta canta, porque ya se las sabe todas. Aún así nunca cambia de emisora. Solo él espera al lunes, porque en la radio renuevan canciones y despeja esa rutina que le salva.
En un golpe de desgracia perdió a su madre por la enfermedad maldita, y semanas más tarde volvió a romper el otro apoyo de esa silla que aún se mantenía firme con tres patas; su novia, con la que iba a casarse, tuvo un accidente.
Encontró el consuelo y el cariño trabajando como monitor con niños discapacitados. Cuentan que un día se quedo dormido con ellos mientras les contaba cuentos en una tienda de campaña, como uno más. Pero sufría al separarse de ellos y devolvérselos a sus padres recordándole de nuevo, lo que podría haber sido.
Solo una rutina podía salvarle y hacerle olvidar el tiempo solo. Fué la carretera, esa que se llevó lo que más quería, y que ahora, arrepentida, le ayuda a olvidar. La mira a diario, enfrentándose a ella aunque parezca que solo traslada universitarios. Y le silba, porque es un valiente.

NOTA MENTAL: Hay a quien el lunes le endulza la amargura del domingo.

Y yo, en el otro vértice.

Con las ventanillas bajadas, y el Bad de Michael Jackson a tope animamos la operación salida. Allí estábamos, siguiendo la tradición, los cuatro;

Albur, el conductor, el de rastas. Un tío noble que siempre tiene todo planificado. Con el tiempo se ha convertido en el que pone orden. Le encanta hacerse fotos, los juegos de rol, la electrónica y los kebabs. Odia el fútbol.

A su lado el eterno copiloto Jabi, su obsesión por la conducción le viene por ser hijo de profesor de autoescuela. De profesión informático, es quizás el más loco y divertido, también el primero en emborracharse. Le gusta la música y tocar la guitarra, el fútbol, cocinar con especias y llamar la atención. Odia el peine.

Atrás, a mi lado, asomando su cabeza entre las maletas: Simón, estudiante de ADE. De aspecto tímido, no se le conoce vergüenza. Es reservado, impulsivo, diplomático y buen amigo. Aunque es Navarrico, su obsesión siempre fue el athletic y todo lo que le rodea, incluido el bocata-purito en San Mamés. Le gusta comer, incitar a Jabi, bailar Sarandonga, y decir lo de "esto no lo voy a olvidar nunca".

Y yo, en el otro vértice.

Apenas llegamos a aquel cuchitril de albergue en Salamanca y ya habíamos cambiado de planes. Aunque Toledo era la primera propuesta, improvisamos y tomamos rumbo a Portugal; hacia Oporto. Por suerte encontramos la pensión barata que necesitábamos para invertir el dinero en comida típica.

Oporto es vieja, y pobre, con el modelo de expansión europeo. Pero ver desde lo alto el río Douro lo hace especial; también sus costumbres, su gastronomía, y quizás haber sido el marco de este gran viaje.



NOTA MENTAL: Las ganancias de Portugal por venta de toallas, se han convertido en pérdidas para las cadenas de hoteles.

Despedida.


Sabía que algo faltaba en la película de Alex de la Iglesia. Alguien que merodease por la escalera, con su gorra azul cubriendo su calva y su demencia, que además tuviese un cargo de responsabilidad. La realidad supera la ficción, y la figura del Señor Cuesta, a no ser que sea víctima de un Show de Truman, es tan real como la obesidad y los desfalcos de su mujer, la administradora.

Señor Cuesta sin embargo es disciplinado, madrugador y muy dado a las costumbres. Su pequeño tamaño y su cobardía distintiva le privan del cara a cara, y le ayudan a despertar para vengar su opinión el día después de una junta, y bajar a los garajes, donde agujerea las ruedas de los que discrepan.

Su señora, por decir algo, es casi tan ambiciosa como envidiosa. Para asegurar su actividad en el cargo realiza obras sin consultar, que al parecer añaden tanto valor a la vivienda que tememos que algún jeque árabe nos soborne para comprar el edificio. El cargo de la limpieza, que mi madre realiza desde hace quince años sin ningún seguro, estaba fuera de su alcance, por lo que lo quiso renovar por una compañía. No ganó la moción, sin embargo tardó poco en bajar al garaje y acuchillar la moto de mi hermano.

Para su desgracia, un vecino fue testigo, y con miedo a ser la siguiente víctima, no pudo más que dejar un anónimo acusando al Señor Cuesta, y poniendo nombre a la denuncia interpuesta. Conoce demasiado la sala de interrogatorios municipal, como para que esta vez le temblase la voz al renegar su autoría.

Su mujer, a la que llamaremos Señora Oronda es quien piensa. Mientras tanto preparaba presupuestos de compañías que rebajaban tanto el servicio, como el horario y el sueldo a las limpiadoras. Lógico será entonces que el gasto total anual fuese menor, tema principal de la siguiente asamblea.

Preparó una votación secreta en la que por ahorrar dinero los vecinos aceptaron el sacrificio de la limpieza del portal, despidiendo finalmente a mi madre sin indemnización alguna. No fué así con la continuación de la administradora, donde decidieron que siguiese con su cargo, por cobrar legalmente menos que un administrador de fincas y ante posibles venganzas de su querido.

Ahora Señor Cuesta y Señora Oronda, tienen vía libre para contratar la empresa de limpieza que les asegure una comisión particular, y seguir divagando por el portal con los bolsillos sonando metálico.

NOTA MENTAL: Aunque el pueblo conozca los hurtos y comisiones del patrón, su miedo hace que prefiera sacrificar su trabajo para mejorar su economía.

Autoayuda con dolor.


Iba siendo hora de que me librase de ellas. He preferido tomarme mi tiempo para pillarlas desprevenidas y perseguirlas en cada momento del día para acosarlas y apartarlas por fin de mi vida. Las he asesinado antes de que fuesen mis pequeñas manías las que me matasen a mí.

Se hacía casi ridículo esperar aquel minuto de rigor después de sacar el desayuno del microondas antes del primer sorbo. No entrar y salir de casa al menos dos veces sin asegurarme que el grifo del baño pequeño estaba cerrado, seguir bombeando sangre a mi cabeza cuando hacía recuento de cosas en mis bolsillos ante la menor sospecha de pérdida, o abandonar lo que acabé llamando manías ritual. Manías pre-examinales, entre las que se incluye la cara de asesino en serie dedicada a todo aquel que intentase robar mi asiento de autobús, dos filas tras de la puerta trasera, estratégicamente situado para tomar la curva en caso de emergencia. O aquella de meter a solas en casa los bolígrafos en el estuche en un orden determinado.

Puede que hoy, se convierta en el día en el que pude servirme agua en un vaso húmedo, volví a leer el periódico desde la portada y no desde atrás hacia adelante, o apunté con la alcachofa de la ducha a la coronilla; causante, y esto si que no puedo dejar de creerlo, de la mayoría de calvas fraile de los treintañeros de este país.

Aún es pronto para colocar los libros con los textos de las solapas enfrentados, poner la zapatilla derecha en la posición del zurdo antes de dormir, meter alguna tijera o sucedáneo en mi habitación en horario nocturno, torcer algo los cuadros, o dejar algún cajón abierto. Supongo Doctor, que la terapia de shock llevará su tiempo.



NOTA MENTAL: Los testigos de mi famosa estampita de exámenes, abstengan sus comentarios.

Famositis.


¿Donde están los que se escondían para la foto?, ¿donde, la ilusión del revelado?. Desapareció, como todo lo que desapareció en los jóvenes y ahora que lo soy echo de menos. Se esfumó esa esperanza de compartir vocación y ganas, de no caer en ilusionismo cuando jugase a la ambición de ser conocido por tu trabajo, y no por tus delitos.

Aprovechar los medios ya no es una herramienta de desarrollo, sino encontrar un nuevo formato que desgraciar, y todo por una sola razón: la autopromoción a cualquier precio.

Ahora, atribuir la imagen de una persona a una noticia no conlleva un juicio personal sobre la acción, sino una simple exposición y una captura facial de ser protagonista de algo, y convertirse en un icono a elogio o crítica; tratados como éxito por igual.

Y los mas vulnerables son muchos de estos jóvenes, a los que se les ha echo ver, que el éxito personal reside en lo que cada formato aplica como audiencia. Estos legionarios de la fama encontraron en internet el soporte perfecto para que otras personas les conociesen, y como lo hicieron sus mayores, descuidaron el contenido y se aferraron al "que hablen de mí aunque sea para bien". Ahora cuelgan videos en internet pegando a indigentes, ancianos o minusválidos; haciendo carreras ilegales y maltratando a sus compañeros de clase grabando sus palizas. Solo para ser objetos de visita, y esperar que su ego aumente con el contador.

En este aspecto, aunque me niegue a confesarlo, me rindo. Entender que la era digital promociona al subnormal ha sido tan difícil como sentirse raro hablando del futuro.

NOTA MENTAL: Hoy por hoy solo una cosa es capaz de juntar en una mesa a un pijo heredero, un punky metalero y un desfasado discotequero: una bolsita de marihuana con el mensaje "Carpe diem".

Por qué quitar una vida.

Una vida es mucho más, más de lo que se puede regalar o expropiar. La cualidad más primaria a la que se aferra tanto el pobre con su esfuerzo como el rico con inercia. Debería ser inocente por el propio hecho de exponerse a la muerte, pero cuando una vida se viola, se superan tantos límites que la conclusión es tan imposible como la justificación tolerable.
Una vida, que alguien tomó la responsabilidad de hacerla nacer y trabajar por mantenerla durante los primeros años de dependencia. Que observó con orgullo un progreso traducido en crecimiento y palabra, y por fin se convirtió autónoma en su mantenimiento, ahora se ve truncada. Truncada porque otra vida con excusa de insumisión revolucionaria, se cruzó en su camino. Y decidió que una idea política era suficiente para disparar a su cabeza haciéndose dueña de imágenes de su pasado, que solo a él pertenecían. Cubriendo recuerdos de plomo político y haciendo que emanen sangre; durante minutos en su cuerpo, y eternamente en su familia.
¿Como puede tener fundamento una revolución o doctrina política, que lucha contra un problema que al parecer afecta a sus vidas, cuando desestiman precisamente la naturaleza e importancia de estas?

Por desgracia, cuando una mente se aísla de la reflexión, sea cual sea la educación recibida, y no es consciente del sentido de una vida, se encierra en una habitación solitaria y cree en la existencia como un simple trámite entre la luz y la oscuridad. Por eso es capaz de solucionar una discrepancia política con disparos directos a las ideas y pensamientos de otro al que la sinrazón, la peor de las inquisidoras, ha sentenciado.
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NOTA MENTAL: ¿Hay algo más cobarde, que robar una vida disparando en la cabeza a otros que tienen otra visión, para justificar la tuya propia?

"A mi no me va a tocar"

El hombre es capaz de dominar las especies y su medio, y de destruirlas asimismo con total impunidad. Al menos esto es lo que nos venden diariamente en cualquier medio en el que se exalte la naturaleza: La naturaleza a los pies del poderoso.

Y cuando un poderoso frente a un grupo indiferente respeta su medio, se convierte en un bohemio o ecologista sin causa, más que en un tipo frustrado, que observa como sus acciones son negativamente compensadas por individuos desinformados.

El problema, probablemente sea esta información; cuando se glorifica a los hombres, situándolos por encima de su medio, el hombre pasa a convertirse en dueño del mismo, capacitándole en influir tanto en la extinción de un animal tropical, como en el calentamiento de un planeta. Al no reconocerse ni autor, ni víctima, el ser humano se desvincula de un proceso evolutivo, y adapta los recursos existentes a un periodo tan corto como el de su propia vida.

La consecuencia de todo esto es un ser irresponsable, al que hay que reinsertar con educación en un espacio de tiempo tan suficientemente pequeño como para no enseñarle la lección convirtiéndolo en víctima de un desastre. Algo tan difícil como arruinar a un rico en una partida de cartas y convencerle además de que su ritmo de vida tiene que cambiar.

Si los informados (que por alcance deberían ser educadores o los propios medios de comunicación), hablasen de la naturaleza como un acto eventual aunque prorrogable, quizás sus habitantes serían conscientes de que la culpable de cualquier extinción es ella misma. Es decir, como persona no soy capaz de crear o impedir un desastre, pero sí de minimizar sus efectos. Puede que así, el humano se colocase por debajo de su medio, sumiso a él, y aprendiese a asegurar una herencia biológica con actos tan humanamente básicos (para su capacidad intelectual), como procesar sus residuos, e intentar disminuirlos. Solo así la excepción no sería el bohemio, sino el ignorante.
Se dejaría entonces de pensar en naturaleza irreversibles, que en realidad no son más que admisiones de culpabilidad y un "a mi no me va a tocar". Para todos los que aún lo piensen, solo pueden mantener su autenticidad y coherencia fijándose en el mundo animal para arrimarse a la única y más viable forma de respetar el medioambiente: desarrollar su propia extinción y no tener descendencia.

¡Sí, mi señor!

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Viendo que en un país en el que de un debate electoral se sacan conclusiones como el precio de un café, el sueldo de un presidente, o pronunciar bien un nombre catalán, no me podía esperar otra cosa del ¡porque no te callas!
Un rey ejemplar dicen algunos, por haberle gritado al impresentable de Chavez en una cumbre iberoamericana. A otros les pareció insuficiente, pero España parece que se aúna cuando se habla de la puta monarquía.
Por un lado el venezolano, pretendiendo conflicto, y descalificando un presidente electo (contra mi voluntad) en democracia, al parecer queriéndose ganar el favor de algún afectado por el trío Azores.
Por el otro él, al que hay que escribir en mayúsculas por si te acusan de injuria o sublevación a la corona. Ese jubilado sin problemas de pensión, que en vez de dedicarse a ver obras tras una barrera, la salta para abrir cortinitas de terciopelo que esconden placas con su nombre. Un mártir al que hay que admirar por ser tan campechano, que a veces reniega de su yate, y nos saluda desde un coche cuando sale del hospital de visitar por primera vez a su hija tres días después de haber parido. Ese mismo que no es capaz de ignorar provocaciones de un dictador, e incluso le manda callar por ser el jefe del estado, desde el mismo momento en que a otro dictador (casualidad), se le pasó por la cabeza.
Cuando él aparece, en el pueblo hay tanta armonía que hasta las gaviotas comen rosas. Todos coinciden ahora en concluir que su actuación fue brillante. Es una pena que no me quede la Audiencia de paso a la universidad, sino me daría un paseito, y les propondría a toda esa camada, que dejasen en las manos del que todo lo hace bien, problemas como el terrorismo o la vivienda en España. Haber quien tiene cojones de hacer oposición.

Nota Mental: (CENSURED)

¿Recuerdas Dublín?


Entre estos cajones solo hay cartas, facturas, bocetos y fotos, en las que me detuve haciendo inventario de lo vivido.
De aquel Agosto en Dublín, solo y con miedo mientras de copiloto esperaba la conversación de aquella mujer que me llevaba a su casa, y que nunca hubo. Y de aquel hombre al que falló su subconsciente, al demostrarme que mi visita no era de su agrado. Mientras tanto, una semana después, seguía allí, mirando por la ventana a que el autobús 27 apareciese por el fondo para llevarme a las clases de inglés, y salir corriendo de aquella habitación cargada de ropa de niño sin usar y posters de Tomy and the tank engine, que hicieron preguntarme si aquella silenciosa pareja tenía algún hijo imaginario que mi vista aún no percibía.
-Están con su tío, llegarán mañana- me aclaró por fín Ms. Caroline, despues de explicarme claramente cual sería la parte privada de aquel frigorífico, y mi área reservada no ampliable, en la que permanecía una rebanada de pan de molde doblada por la mitad con manteca de cacahuete y una botella de agua, que me serviría como comida.
Puede que la soledad ayude a la libertad, o así lo noté con apenas 15 años, cuando conocí a toda aquella gente, con la que prorrogábamos excursiones a las verdes playas de Malahide, y mirábamos de reojo a todos esos pelirrojos celebrando el día de las palizas a latinos cerca del PLEX. No creo que olvide aquellas andanzas por la capital, cuando encontré 50€ en Grafton Street, o la cara de mis compañeros al ver como Caroline me negaba la comida por ser Domingo.
Olvidar y asumir que el mes más feliz de mi vida había pasado era demasiado difícil para ser solo un niño que aparentaba más. Viendo estas fotos, siento que aunque un recuerdo general imborrable permanece en cada una de nuestras cabezas, nadie tiene tiempo ahora para dedicarlo a recordar.
Nota mental: Puede que no visite nunca más Dublín.

Askatasun 29: Acosada.

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Ya hace tiempo hablé de un ser, y no cambié de parecer.
Señor Cuesta es conocido, jubilado aún sin deber.
En ascensor baja acechante con su mujer y su carpeta,
y aunque no bese por delante si su puñal detrás no aprieta,
solo es usted contable, señora Panceta.
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De la comunidad se creyó dueña, y aunque el bolsillo nunca enseña,
acusar es su afición. Envidiando la nobleza de la que anoche se encaró.
Encargada de la limpieza y la que al presente parió.
Quince años con el cargó, ninguna reclamación,
ahora no gusta a la becaria y pretende su dimisión.
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Los vecinos no la apoyan por saber la condición,
de ella, gorda insatisfecha y él enfermo, loco y cabrón.
Esperó a que la señora empezase su labor,
que tomase hasta la escoba y a su marido encomendó:
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-Hasta en la sopa vas a verme, yo te voy a controlar,
que friegues lo que te toca y no pares ni para hablar.
¿Algo esconde el señor Cuesta, en el bolsillo del pantalón?
Señor Cuesta no es más que un triste y pobre viejo acosador.
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Nota Mental: Perdón, porque la poesía nunca se dedicó a hijos de puta.

Veintiun otoños.


Como buen libra, en cada balance aprendo que pasó. En este caso encaminé mi futuro título de Ingeniero, conocí aficiones y amistades y comprobé para bien y para mal el "cuando menos te lo esperas". Ahora me toca lo que siempre quise: una edad de libertad y responsabilidad, que espero usarla para evitar un futuro "si yo tuviese 21". Quizás me tome este día de reflexión.